Autor.- Dr. Jorge Valentín Esteves
Ninguna enfermedad tiene una
sola causa, pero ninguna enfermedad puede solucionarse realmente hasta que no
se desarticulen todas sus causas y éstas difieren de persona a persona, más que
de enfermedad a enfermedad. Una misma causa puede provocar diversas
enfermedades según con qué otras causas se combinen y de qué persona se trate.
Esto, es fácilmente evidente en el caso de los lácteos como causa de
enfermedad. Muchas veces con sólo dejar hasta la última gota o porción de
ellos, desaparecen en poco tiempo las enfermedades que a continuación
mencionaremos, lo cual es una prueba innegable de la correlación causa-efecto y
esto se reconfirma más aún si al reincorporar su consumo, aunque sea
ocasionalmente, la enfermedad vuelve a aparecer. Pero si no alcanza para
superar la enfermedad, sólo con la supresión absoluta de estos productos, por
lo menos no seguiremos echando leña al fuego. El desafío será, seguir buscando
artesanal y pormenorizadamente, el resto de causas y la mejor estrategia para
eliminarlas una a una y permitir con esto y de otras formas complementarias,
que vuelva a actuar en plenitud la fuerza natural de autocuración que
Hipócrates, el padre de la Medicina, tan magistralmente describió.
Experimente, cómo cambia su
salud eliminando los lácteos por completo al menos por tres meses y saque sus
propias conclusiones. Su cuerpo, seguramente, no le va a mentir. Pero, por
favor, no deje los lácteos sin dejar la carne y derivados, ni la carne, sin
dejar los lácteos, pues el remedio, puede ser peor que la enfermedad.
Si usted cree que los lácteos
son irreemplazables para el aporte de calcio pregúntese tan sólo: ¿de dónde
saca la vaca el calcio que se encuentra en la leche? Las fuentes vegetales, son
mejores que las animales, también para el ser humano incluyendo al bebé, con
excepción de la leche materna. Tampoco le tema a la osteoporosis por dejar los
lácteos, porque como verá, en vez de evitarla, la generan. Las pruebas son
irrefutables.
El estudio Cornell, la más
grande investigación científica del área de la Nutrición en la historia, hecho
por la Universidad de Cornell, de Oxford y el Ministerio de salud de China, reveló
que donde no conocen los lácteos (zonas rurales de China) casi no hay
osteoporosis. Y donde más lácteos se consumen en el mundo (Suiza, Francia,
Dinamarca, EE.UU., etc.) es donde más osteoporosis se encuentra. Se demostró
que los lácteos roban mucho más calcio de lo que aportan y lo que aportan se
deposita en lugares inapropiados, al igual que el calcio medicamentoso (picos
de loro en artrosis, calcificaciones mamarias, cálculos renales y biliares,
placas de ateroma calcificadas que obstruyen arterias, cataratas en los ojos,
etc.). Si su médico le dice lo contrario, invítelo a actualizarse, pero a
través de información realista e independiente de intereses comerciales. Sepa
que en definitiva, usted decide, porque el cuerpo es suyo. Y no olvide que aprendiendo
a cocinar, se pueden hacer infinidad de manjares sin lácteos, ni carne, para
seguir disfrutando de la vida y sus placeres, pero por más tiempo y con más
salud. La leche de soja tiene entre 20 y 30% más calcio que la de vaca (tampoco
abusarse con ella). La leche de cereales es otro excelente reemplazo (se puede
usar en mayor cantidad que la de soja). El perejil y verduras de hoja también
lo aportan. Las algas hiziki y las semillas de sésamo, así como las almendras,
también proveen mucho calcio. Tan solo con la tercera parte de una cáscara de
huevo por día, hervida en vinagre o dejada en jugo de limón con su tela
interna, obtendrá todo el calcio que requiere y bien absorbible. Tome 10
minutos de sol por día y evite todo lo que le provoque acidez (azúcar, bebidas
cola, yerba mate, café, aspirina, carne, alcohol y estrés), ya que esto roba
calcio.
ENFERMEDADES GENERADAS POR LOS
LÁCTEOS
1. ENFERMEDADES RESPIRATORIAS: Asma bronquial. Sinusitis y
pólipos de senos paranasales. Rinitis. Fiebre de heno. Amigdalitis. Angina roja
y pultácea. Faringitis. Laringitis. Póliposlaríngeos. Bronquitis aguda y
crónica. Enfisema y fibrosis pulmonar. Bronconeumonía y neumonitis.
2. ENFERMEDADES DIGESTIVAS: Aftas en la boca. Glositis.
Gastritis hipoclorhídrica y autoinmune. Enteritis. Enterocolitis. Síndrome de
mala absorción. Colitis ulcerosa. Disbacteriosis intestinal y dispepsia
putrefactiva. Colon irritable. Adenomatosis y pólipos intestinales. Hígado
graso o esteatosis hepática. Pancreatitis y enfermedad fibroquística del
páncreas. Litiasis biliares y litiasis de glándulas salivales. Hepatitis
crónica autoinmune. Constipación y hernia.
3. ENFERMEDADES GENITOURINARIAS Y MAMARIAS:
Litiasis (cálculos) de riñón. Insuficiencia renal aguda y crónica. Quistes
renales únicos o múltiples. Glomerulonefritis. Pielonefritis. Síndrome
nefrótico y nefrítico. Cistitis y otras infecciones urinarias a repetición,
especialmente por Escherichia Coli y Proteus. Uretritis. Flujo vaginal por
Trichomonas o Candidas. Lesiones en cuello uterino por HPV. Fibromas o miomas o
pólipos uterinos. Prostatitis y adenoma de próstata. Quistes ováricos.
Endometriosis. Displasia mamaria nodular difusa. Mastitis. Enfermedad de Paget
del pezón. Esterilidad femenina o masculina con componente alérgico, autoinmune,
infeccioso u hormonal.
4. ENFERMEDADES NEUROLÓGICAS, AUTOINMUNES, ALÉRGICAS Y DEL COLÁGENO: Esclerosis múltiple o en placas. Esclerosis lateral
amiotrófica y otras enfermedades desmielinizantes. Lupus eritematoso sistémico.
Artritis reumatoidea. Miastenia Gravis. Tiroiditis de Hashimoto y otras
patologías tiroideas autoinmunes. Diabetes con componente autoinmune.
Esclerodermia. Pénfigo. Retinitis pigmentaria. Hepatitis crónica autoinmune.
Todo tipo de enfermedades alérgicas, incluso alergias a sustancias no
componentes de lácteos ni de su adulteración. Todo tipo de colagenopatías y de
enfermedades autoinmunes. Síndrome de Sjüegren. Enfermedad de Peyronet.
Enfermedad de Parkinson.
5. ENFERMEDADES DE LA PIEL, PELOS, UÑAS Y TEJIDO CELULAR SUBCUTÁNEO: Esclerodermia. Eczemas. Psoriasis. Pénfigo. Eritema nodoso.
Vitiligo. Verrugas. Leucoplasias. Acné. Forunculosis. Abscesos. Lesiones por
herpes simple y herpes zooster (culebrilla). Micosis dérmica y ungueal.
Celulitis. Alopecia. Caspa y seborrea. Dermatitis del pañal y otras formas de
dermatitis. Sudamina. Impétigo. Cáncer de piel. Sarcoma de Kaposi.
6. DISLIPIDEMIAS, ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES Y FLEBOLÓOGICAS:
Hipercolesterolemia. Hipertrigliceridemia y otras dislipidemías.
Arteriosclerosis coronaria, cerebral, etc. Síndrome de claudicación
intermitente. Várices. Adenopatías y linfangitis. Elefantiasis. Flebitis y
tromboflebitis. Hiper o hipotensión arterial (presión alta o baja).
7. ENFERMEDADES INFECCIOSAS: Todo
tipo de infecciones bacterianas. Todo tipo de infecciones virósicas. Todo tipo
de infecciones micóticas (hongos). SIDA con HIV positivo. HIV sin SIDA.
Síndrome de fatiga crónica virósica. Tuberculosis. Lepra.
8. ENFERMEDADES ENDÓCRINAS: Diabetes
Mellitus con componente autoinmune. Tiroiditis de Hashimoto. Hipotiroidismo.
Bocio nodular y difuso.
9. CÁNCER, TUMORES BENIGNOS Y ENFERMEDADES HEMATOLÓGICAS: Cáncer de mama, útero, ovario, colon, páncreas, vías
biliares, estómago, esófago, hígado, próstata, testículo, piel y otros.
Leucemias. Linfoma de Hodgkin y linfomas no Hodgkin. Tumores benignos de todo
tipo y localización como hipófisis. Neurinoma del acústico y de otros nervios,
cerebrales, etcétera. Anemias ferropénicas y/o con componentes autoinmunes. Mielodisplasias.
Mieloma.
10. ENFERMEDADES OFTALMOLÓGICAS Y OTORRINOLARINGOLÓGICAS: Además de las citadas en (1), conjuntivitis, otitis,
retinitis pigmentaria, cataratas, pterígion y orzuelos.
11. ENFERMEDADES OSTEOARTICULARES Y REUMÁTICAS:
Artritis reumatoidea y otros tipos de artritis. Artrosis con o sin deformidad
articular. Osteoporosis. Espondilitis anquilosante. Calcificaciones anormales
en articulaciones (picos de loro) y en cualquier parte del cuerpo (arterias,
mamas, cerebro, riñones, vesícula biliar, glándulas salivales, etc.).
OTRAS ENFERMEDADES: SIDA sin HIV.
(Linfocitopenia “idiopática” de los CD4)
Se recuerda que por más
científicamente fundamentada que estén estas afirmaciones, más que creer por la
teoría, los invitamos a descubrir en la práctica, en vuestro propio cuerpo, en
qué medida los trastornos que los mismos pudieran padecer, mejoran o
desaparecen en tres meses de eliminar por completo tanto la carne bovina como
la leche vacuna y todos sus derivados.
TIPOS DE MECANISMOS FISIOPATOLÓGICOS
POR LOS QUE LOS LÁCTEOS GENERAN ENFERMEDADES
1. Reacciones alérgicas
vinculadas con sus proteínas.
2. Autoinmunidad y agotamiento
inmunológico relacionado con sus proteínas.
3. Transformación en microbios
del excedente proteico. Caldo de cultivo. Proteínas organizadas para abrirse
paso por sí mismas y así eliminarse del organismo.
4. Depósitos múltiples y
anómalos del excedente de proteínas no metabolizadas y no eliminadas como
bacterias u hongos (por ejemplo por uso imprudente de antibióticos ante estas
infecciones). También depósitos de calcio en múltiples lugares anormales (picos
de loro, cálculos, calcificaciones mamarias y arteriales, cataratas, etc.)
5. Grasas (colesterol,
triglicéridos) por acción directa (arteriosclerosis) e indirecta (a través de
constipación y transporte de cancerígenos liposolubles, por ejemplo).
6. Hidratos de carbono
(intolerancia a la lactosa).
7. Otros componentes naturales
(factor de crecimiento epitelial, de gran responsabilidad en la generación de
la mayoría de los cánceres; toxicidad por exceso de vitamina D; factor XO o
xantino oxidasa, más importante que el colesterol y los triglicéridos como
primer factor causal de infartos y arteriosclerosis).
8. Virus, bacterias, hongos o
parásitos que transportan.
9. Aditivos (teóricamente
prohibidos).
10. Contaminantes naturales
(por ejemplo aflatoxinas).
11. Contaminantes químicos, o
bioquímicos o físicos, accidentales o por imprudencia, o por tratamientos
hechos a las vacas, o a su alimento (antibióticos, hormonas, DDT, sustancias
radioactivas, etc.) Se han detectado 29 antibióticos en la leche.
12. Robo de nutrientes (calcio
y otros minerales y vitaminas, inadecuada proporción calcio/fósforo).
1) REACCIONES ALÉRGICAS VINCULADAS CON SUS PROTEÍNAS
El nutricionista John Mc
Dougall, señala en “Dairy Products and Eggs are avoided on a Health” que los
lácteos son la principal causa de alergias alimentarias, lo mismo señala el Dr.
Frank Oski en “Don’t drink your milk”. Si bien la Asociación Americana de
Pediatría desaconsejó su uso en niños y recientemente el jefe de
Gastroenterología del Hospital de Niños de La Plata afirmó en declaraciones
periodísticas que el 80% de los chicos son alérgicos a la leche, esto también
es válido para los adultos, incluso para los productos derivados de la misma.
Se han detectado 25 antígenos
(proteína foránea que genera una respuesta inmunológica) diferentes en la
leche. La caseína, la lactoalbúmina y la gamaglobulina bovina son de las más
antigénicas y de difícil digestión y no sólo se las encuentra en los lácteos,
sino en forma de caseinatos. Se la incorpora en muchos medicamentos e incluso
en suplementos nutricionales que se les aporta a pacientes en estado terminal,
agravando su proceso, y en productos que la gente cree muy naturales y
saludables. Valga recordar que de la caseína se extrae el poderoso pegamento
conocido como “cola de carpintero”. Es muy importante conocer la composición de
cada medicamento o suplemento nutricional o alimento que se ingiere para poder
superar las diferentes formas de alergia, ya que éste es uno de los ejemplos de
patologías que pueden tener respuesta del todo o nada, de la misma forma que si
uno es alérgico a la penicilina, con un solo comprimido puede tener una
respuesta máxima. Con la alergia a las proteínas de los lácteos o a los
antibióticos que se le suelen agregar, pasa lo mismo.
La caseína es la más abundante
de las proteínas de la leche y el 40% de la misma es indigerible y favorece
también la dispepsia putrefactiva, la constipación, etc. La Dra. Charlotte
Cunningham Rundles expuso sobre sus extensas investigaciones en este tema en el
“Simposio sobre Nutrición, Infección y Sistema Inmunológico”, organizado en
1986 por el Instituto de Nutrición Humana, en el Colegio de Médicos y Cirujanos
de la Universidad de Columbia. Según afirma, el tracto intestinal tiene un rol
fundamental en evitar la absorción de un antígeno a la sangre, en primera
instancia a través de la secreción y reciclaje de un conocido anticuerpo
llamado inmunoglobulina A (IgA). El mismo se segrega en la mucosa de
intestinos, pulmones y otros órganos. La superficie de absorción intestinal es,
de lejos, el mayor contacto del cuerpo con el exterior (aproximadamente 300
metros cuadrados es la superficie de todos los pliegues intestinales en un
adulto normal). Por lo tanto deben ser inmensas las cantidades IgA que deben
segregarse para proteger permanentemente al organismo de todos los trastornos
que provocaría que tantas sustancias extrañas entraran directamente al torrente
sanguíneo. En circunstancias normales, las proteínas bovinas de lácteos y
carnes, al igual que todas las demás, deberían ser degradadas en los
aminoácidos que las constituyen. Absorbidos como tales, el organismo los lleva
por la sangre hasta las células para que allí se produzcan proteínas propias
que no perjudiquen, sino beneficien al organismo. Además, aquellas proteínas
que se ingieran en exceso o que no se digieran, deberían ser retenidas en el
intestino y excretadas con la materia fecal.
Parece ser que la carencia de
IgA secretoria es una de las deficiencias inmunológicas más comunes y menos
diagnosticadas. Esta condición es normal en el feto y en el neonato por la
inmadurez inmunológica, pero la leche materna suministra la IgA necesaria para
lograr el desarrollo e integridad funcional de los intestinos y del aparato
respiratorio del niño en desarrollo, mientras que la leche vacuna carece
totalmente de este anticuerpo esencial. Por este motivo, aportar proteínas tan
antigénicas como las de la leche de vaca a un bebé o a un niño, con sus intestinos,
sus pulmones y su sistema de defensas aún inmaduro, es uno de los más
frecuentes errores, tanto de los padres, como de los pediatras y
nutricionistas. También, si tenemos en cuenta que cuanto más antigénico sea lo
que come un joven, un adulto o un anciano, más IgA y otros elementos del
sistema inmunológico se tendrá que utilizar por más que en buena medida los
mismos se reciclen; habrá más posibilidades de favorecer un agotamiento al
menos parcial de los mismos y que con esto entren “como Pancho por su casa” las
proteínas foráneas de la leche y sus derivados. Secundariamente también de la
carne y otros alimentos o sustancias que aunque no sean tan antigénicas como
los lácteos, gracias a éstos y a su acción mencionada, pasen a provocar
respuestas alérgicas de todo tipo, tanto intestinales como respiratorias, en la
piel, etc. Esto explica por qué en la clínica vemos con mucha frecuencia, que
después de cierto tiempo de eliminar los lácteos por completo, mejoran
parcialmente o desaparecen por ejemplo alergias al iodo, al polen o a otros
alimentos, medicamentos, etc.
Este mecanismo de acción de
los lácteos como causa de enfermedades está muy emparentado con el que veremos
a continuación y tanto uno como otro representan quizás los dos más frecuentes
responsables de la generación de la mayor parte de las patologías del listado
presentado al inicio. Teniendo en cuenta que las proteínas son constituyentes
naturales de la leche, al igual que las grasas, la lactosa, algunos minerales y
el peligroso factor de crecimiento epitelial y que cualquiera de las variantes
de la misma (descremada, en polvo, etc.) mantiene como base inamovible a las
proteínas y comprendiendo lo dicho en el párrafo anterior, no hay dudas que
aunque tantas veces muchas industrias lácteas hagan aberraciones con lo que se
ordeña de la vaca, no son estas industrias, sino la misma vaca la que produce
la peor parte de lo que recibimos en los lácteos: sus proteínas. Por lo tanto,
de esto no se salva ni la leche ecológica, ni sus derivados, aunque sean
tomados al pie de la vaca.
2) AUTOINMUNIDAD Y AGOTAMIENTO INMUNOLÓGICO RELACIONADO A SUS
PROTEÍNAS
Está demostrado que el exceso
de respuestas inmunológicas provocado por una exposición muy frecuente a
sustancias que el organismo no reconoce como propias, es uno de los principales
factores que pueden inducir al agotamiento del sistema inmune en uno o más de
sus múltiples componentes. Ya se explicó lo que sucede con la IgA intestinal.
Se denomina autoinmunidad al daño provocado por las mismas defensas del propio
organismo, contra sus propias células, tejidos u órganos. Son muchísimas las
enfermedades conocidas desde hace mucho, donde se ha descubierto últimamente,
algún componente de autoinmunidad. En nuestra experiencia, en el 100% de los
pacientes que observamos con alguna enfermedad autoinmune (el número de casos
totales de cada patología se publicará en el momento en que nuestro estudio
esté concluido) el factor común de todos ellos fue el consumo frecuente y casi
siempre abusivo de algún tipo de lácteo, especialmente helados en la mayoría de
pacientes con esclerosis múltiple, quesos en pacientes con otras patologías,
etc.
Existen diferentes tipos de
autoinmunidad y tanto en unos como en otros se puede demostrar alguna
vinculación con la leche y sus derivados (aunque como en todo no se puede decir
que sea el único factor causal). Uno de esos tipos es la producción anticuerpos
que en vez de atacar elementos extraños ataca las propias células. Estos se
verifican en ciertos trastornos, por ejemplo, de hígado (hepatitis crónica
autoinmune), de la tiroides (tiroiditis de Hashimoto y otras formas de
hipotiroidismo), pénfigo (grave afectación de la piel), diabetes autoinmune,
etc. Por ejemplo, se ha descubierto que los niños con diabetes infanto-juvenil,
tienen en su sangre 7 veces más anticuerpos contra la caseína (la proteína más
abundante de la leche) que los adultos normales y que existen estructuras
antigénicas similares en la caseína y en las células del páncreas donde se
produce insulina, hormona que les falta a los diabéticos. Es elemental, atando
cabos, que si la caseína puede entrar “como Pancho por su casa” al torrente
sanguíneo por lo explicado en el punto precedente y puede por esto generarse a
diario anticuerpos contra ella, estos pueden confundirse y atacar también a las
células pancreáticas, generando una diabetes autoinmune, más aún si la
predisposición genética y el consumo abusivo, de golosinas, bebidas azucaradas,
postres, harinas blancas y otros elementos suman su acción (esto se ampliará al
hablar de diabetes).
De la misma forma, otros
antígenos de la caseína y de otras proteínas bovinas podrían asemejarse en su
estructura a otras células humanas de otros órganos y de acuerdo con cuál o
cuáles sean y qué otros factores se sumen, se pueden generar muchas de las
enfermedades del listado visto. Lo interesante es que muchos de estos
autoanticuerpos ya se pueden dosar en sangre y hemos comprobado en los casos
que pudimos acceder a estos estudios y el paciente tuvo suficiente disciplina
en la dieta y además volvió a controles posteriores, que el nivel de estos
autoanticuerpos se reduce gradualmente hasta normalizarse. No sólo las
proteínas de los lácteos generan producción de anticuerpos, lo mismo sucede con
el peligroso factor XO que se verá luego. Otro tipo de autoinmunidad está
relacionada con los complejos antígeno-anticuerpo (atacante-defensor) que
circulan unidos por la sangre y que no alcanzan a ser englobados, degradados y
eliminados por un conjunto de 18 elementos proteicos denominados “complemento”.
Estos complejos se depositan en riñones, vasos sanguíneos, articulaciones,
etc., generando diferentes trastornos. Se demostró que quienes tienen complejos
antígenos-anticuerpos circulantes, muestran bajos niveles de complemento,
dentro de los 30 a 60 minutos de tomar tan sólo 100 mililitros de leche. Si la
ingesta de lácteos es mayor, la caída del complemento también es mayor y muy
probablemente de acuerdo con el tipo de lácteo del que más se abuse, se
reducirá más uno u otro tipo de complemento y con esto se tenderá a una u otra
patología. Por ejemplo este tipo de mecanismo autoinmune es el que se verifica
en las nefritis (afecciones del riñón), algunas artritis, vasculitis y ciertas
anormalidades de las funciones cerebrales. Probablemente por esta causa los
lácteos de todo tipo que tanto comen los chicos, sumado a los dulces, gaseosas,
chocolates, galletitas, etc. causales de caídas del azúcar en la sangre por
efecto rebote que también afecta las funciones cerebrales como la memoria,
concentración, etc., sean los principales responsables de los trastornos en el
rendimiento escolar, más aún si el coeficiente intelectual es normal.
Otro mecanismo de
autoinmunidad puede relacionarse con la caída de los linfocitos CD8 u OKT8
también llamados inmunosupresores que son glóbulos blancos o leucocitos que
tienen la función de frenar la respuesta inmunológica para que no resulte
exagerada. El ingreso a la sangre de sustancias extrañas altamente antigénicas
(o sea altamente generadoras de rechazo inmunológico) como la de los lácteos,
estimula mecanismos como los que se acaban de describir y para evitar que los
mismos sigan dañando al organismo, se producen más linfocitos supresores. Su
estímulo permanente pueda agotarlos y con esto la enfermedad de la que se trate
(artritis reumatoidea, esclerosis múltiple, etc.) hace un pico agudo que luego
se estabiliza al reponerse el nivel de linfocitos. Los tratamientos con
corticoides son la mayor aberración para estas enfermedades, pues no sólo
aumentan las causas de las mismas (que se analizarán al hablar de cada una)
sino que también disminuyen la producción de linfocitos supresores. Cuando se
los estudia en farmacología, se nos enseña que los corticoides son maravillosos
medicamentos capaces de hacer que un moribundo se levante de su lecho y camine
raudamente... hacia su propia tumba. Sin embargo a veces pueden salvar una vida
(como en un edema de glotis), siempre que se los use en emergencias y por corto
tiempo. En estos casos puede ser aceptable, pero no en enfermedades crónicas
como las autoinmunes, en las que hemos visto excelentes respuestas, dejando de
administrarlos por completo, pero gradualmente (no deben eliminarse de golpe).
De la misma forma como pueden
disminuir o agotarse los linfocitos supresores, en otros casos pueden disminuir
o agotarse los linfocitos CD4 u OKT4 también conocidos como T helpers o
auxiliares de la acción de otros elementos del sistema inmunológico. Si bien su
déficit puede generar infecciones de cualquier tipo, estas células se hicieron
famosas gracias al SIDA, ya que en el síndrome de inmunodeficiencia adquirida
suelen bajar, pero no siempre y su nivel no es parámetro tan fiel de la
evolución como se cree. Si bien se demostró que el virus conocido como HIV
puede destruir algunas de estas células, está demostrado que en la misma unidad
de tiempo en que el virus mata una célula, el organismo en condiciones normales
reproduce 30. Queda claro que el virus por sí mismo no le haría ni cosquillas
al sistema inmunológico, pero si el organismo está desnutrido y/o bombardeado
con drogas, antibióticos y otros medicamentos, lácteos y sobre todo prisionero
de un pánico atroz por creer que se tiene un virus asesino en la sangre y
contra el que no se pude hacer nada y a esto se le suma la discriminación social,
la pérdida de trabajo, de pareja; aunque no tuviese ningún virus cualquier
persona que pasara por lo antedicho podría (si no cambia lo que tiene que
cambiar) morirse de SIDA o de algo que es exactamente lo mismo, pero sin la
presencia del supuesto HIV y por eso se ha llamado linfocitopenia idiopática de
los CD4. Esta es en otras palabras: caída de los linfocitos CD4 por causas
desconocidas... ¿realmente son desconocidas esas causas o esas causas que
nombramos son las verdaderas causas del SIDA con la presencia o no del supuesto
HIV? Esto lo ampliaremos al hablar de SIDA.
Si en cambio la parte del
sistema inmunológico que decae es la que se de nomina Sistema de Reconocimiento
Antiblástico, que es el conjunto de elementos que reconoce y elimina a las
cerca de un millón de células cancerígenas que diariamente se le llegan a
producir a cualquier persona normal y a esto se le suma un vendaval de
cancerígenos dietético ambientales (cuya variedad en los lácteos da para
escribir un capítulo sólo con ellos) y el resto de factores cancerígenos
psicosocioespirituales, lo que puede llegar a desarrollarse es un cáncer. Para
ampliar información sobre estos dos primeros mecanismos fisiopatológicos y algo
más de los otros, se sugiere la lectura del libro SIDA, Macrobiótica e
Inmunología Natural, de Michio Kushi, Martha Cottrel M.D. y Mark Mead,
Publicaciones GEA.
3) TRANSFORMACIÓN EN MICROBIOS DEL EXCEDENTE PROTEICO. CALDO DE
CULTIVO. PROTEÍNAS ORGANIZADAS PARA ABRIRSE PASO POR SÍ MISMAS Y ASÍ ELIMINARSE
DEL ORGANISMO
Si bien las dietas muy pobres
en proteínas pueden favorecer enfermedades infecciosas, porque incluso los
mismos anticuerpos son proteínas y no podrían producirse adecuadamente, está
demostrado que el exceso proteico también favorece a estas enfermedades. Wilhelm
Reich, uno de los científicos más brillantes de este siglo, demostró
irrefutablemente en laboratorio que la generación espontánea realmente existe.
Su experiencia fue filmada y reproducida por otros científicos, incluso algunos
de nuestro equipo, como para que no queden dudas. Sin embargo, como este texto
será seguramente muy polémico por todo lo que implica y al solo efecto de
contribuir a no levantar más polvareda, para no espantar a colegas escépticos,
hagamos de cuenta que la generación espontánea no existe (recordemos que no por
nada Wilhelm Reich murió en la cárcel). No es necesario basarse en esto para
explicar nuestra teoría con respecto a este punto, aunque sí animarse a pensar
más allá de lo que le conviene a los laboratorios que venden antibióticos,
antimicóticos, antiparasitarios y antivirales, solos o en cocktails on the
rocks.
Hay cosas tan simples que
hasta un niño podría deducir, pero que a los médicos nos cuesta mucho por toda
la programación mental que nos formaron en la facultad... pero hagamos el
intento. ¿Cómo están constituidos las bacterias, los virus, los hongos y los
parásitos? Básicamente proteínas y algunos otros nutrientes, un ph adecuado
(grado de acidez/alcalinidad) y una temperatura apropiada. Todo esto es
variable según el supuesto (aunque lo indispensable de esto pudiera
cuestionarse por lo antedicho). También se requiere sembrar en el caldo de
cultivo, algunos pocos gérmenes de la especie que se intente hacer multiplicar.
La otra pregunta es ¿qué hace el organismo cuando al mismo se le aporta un
exceso cotidiano de proteínas (carne de cualquier tipo, lácteos, etc.)?. Si
fuera un exceso de grasas las acumularía como tales en el tejido adiposo en
diferentes órganos, vasos sanguíneos (arterosclerosis), tejido celular subcutáneo,
etc.; si fueran hidratos de carbono los transformaría en glucógeno (almidón
animal) o en grasas. Pero el exceso de proteínas no es tan fácil de manejar:
una parte trata de eliminarse por materia fecal, otra parte se convierte en
urea y se elimina por riñón con la orina. Los aminoácidos que la componen
pueden convertirse en glucosa, sobre todo para compensar caídas del azúcar
sanguíneo, pero muchas veces quedan, pese a esto, excedentes que justamente
sirven de caldo de cultivo para diferentes organismos, cuando el resto de las
condiciones (temperatura, ph, caída de las defensas, etc.) lo permita.
De acuerdo con cuáles sean
esas condiciones y esas proteínas, se multiplicará un tipo de germen o bien
otro tipo de los ya presentes en el organismo o eventualmente de algunos que
hubieran llegado por contagio, por ejemplo. Estos microorganismos (generalmente
bacterias, hongos o parásitos, o a veces virus), son en otras palabras
conjuntos de proteínas y otros elementos organizados en forma de organismos
vivientes, que de esta forma adquieren la capacidad de abrirse paso por sí
mismos para terminar eliminándose del organismo en secreciones (pus que ellos
mismos hacen formar, etc.). Si las defensas del organismo están actuando bien,
limitan estos procesos ayudando a una eliminación muchas veces imperceptible
(infección sin enfermedad) o perceptible: enfermedad infecciosa aguda que
muchas veces puede superarse sola mejorando las defensas orgánicas y dejando de
aportar elementos que se usan como caldo de cultivo (proteínas de lácteos,
carnes y otras fuentes, dulces especialmente para los parásitos, etc.),
desintoxicando al organismo de múltiples formas y cambiando las condiciones que
enriquecían esos caldos de cultivo (ph, temperatura, etc.).
Existen hierbas, medicamentos
homeopáticos, etc., que pueden no sólo demostradamente mejorar las defensas,
sino también tienen acción antibiótica, antimicótica, antiviral o
antiparasitaria suave como para controlar el proceso sin contradecir lo que el
organismo está queriendo hacer: desprenderse del excedente de nutrientes que
pasan a convertirse en basura. Sólo si la infección progresa y no se puede
controlar con estos métodos, salvo infecciones graves como tuberculosis, etc.,
en las que hay que aceptarlos desde un principio; pasa a ser lógico, medicar
con antibióticos, antimicóticos, etcétera. Lo inadmisible es que se den
antibióticos de entrada, ante problemas simples, incluso en casos virósicos
donde no hacen absolutamente nada más que perjudicar, ya que siempre se ha
dicho que, por ejemplo, una angina virósica se cura “en 7 días con antibióticos
y en una semana sin antibióticos”, ya que estos actúan sobre bacterias y no
sobre virus. Últimamente, por suerte, son mayoría los que piensan dos veces
antes de medicar. Si es un error estar siempre en contra de medicar, también lo
es estar sistemáticamente a favor.
4) DEPÓSITOS MÚLTIPLES Y ANÓMALOS DEL EXCEDENTE PROTEICO NO
ELIMINADO COMO MICROORGANISMOS (DEPÓSITOS DE CALCIO, ETC.)
Al matar esos gérmenes que
estaban siendo eliminados del organismo, toda esa basura sigue quedando
adentro. Según parece, las bacterias muertas o moribundas podrían ser quienes
den origen a virus a los que ya no les afectan los antibióticos y como éstos
pueden perjudicar las defensas, harían que la infección virósica se prolongue
más tiempo. Si no siguen por el camino de la transformación en virus o en
bacterias resistentes a los antibióticos empleados, otra opción podría ser que
esa basura (excedentes de proteínas, grasas, calcio, etc.) se acumule formando
verrugas, quistes, displasias, fibromas, tumores benignos o a la larga también
malignos, si éste modus operandi se sigue repitiendo, y se suman otros
factores. Es lógico pensar en estos pasos si comprendemos que estas patologías
son, en definitiva, células u otras formas más o menos organizadas de proteínas
y otros residuos que, por lo antedicho y por otros motivos (incompetencia de
los órganos depuradores del organismo, excesivo aporte con balance positivo,
etc.), no se pueden eliminar y se van acumulando.
Hace falta consultar con un
médico no muy cerrado a lo ortodoxo, ni muy fanático en contra de esto, para
saber cuál es el punto a partir del cual ya pasa a ser peligroso no aceptar el
antibiótico que él debería indicar, y no ser automedicado, y por cuánto tiempo
se debe tomar. Esto se ampliará en el capítulo de enfermedades infecciosas.
Es paradójico apreciar cómo el
calcio de los lácteos no se deposita en donde se necesita (zona de los huesos
que lo requieren) sino en cualquier otro lugar. Es más, como veremos roban más
calcio del que aportan, siendo por esto causales de osteoporosis, como queda
demostrado irrefutablemente en los más grandes y serios estudios científicos
que mencionaremos al hablar de esta enfermedad.
Como se recordará, dijimos en
el punto 1, que al bajar la IgA intestinal, las proteínas de la leche pueden
absorberse enteras sin degradarse. El calcio de la leche y sus derivados vienen
en forma de compuestos, unidos a proteínas formando, por ejemplo, caseinato de
calcio. Si se absorbe de esa forma, o incluso, aunque se absorbiera como calcio
aislado, o que el mismo se liberara al atacar el sistema inmunológico a esta
proteína extraña, es muy probable que persista una memoria molecular similar a
la que tiene una proteína por su estructura cuaternaria o disposición en el
espacio, que le haga recordar para qué fue preparada en realidad esa molécula:
para formar parte de la estructura ósea y desarrollar otras funciones en el
ternero, que poco o nada tiene que ver con los huesos, y las otras funciones que
en el ser humano debe desarrollar. Si bien esto es sólo una suposición, lo
innegable es que el calcio de los lácteos, por el motivo que sea, se deposita,
por ejemplo, en las zonas articulares de los huesos, formando los típicos
osteófitos de las artrosis, también conocidos como “picos de loro”; o en los
riñones formando litiasis o cálculos de oxalato de calcio, o en la vesícula
constituyendo, junto con el colesterol, los famosos cálculos biliares. También
se lo encuentra en las mamas, en forma de macro o micro calcificaciones
aisladas o confluyentes, siendo estas últimas signo radiológico de malignidad
tumoral, o en las arterias integrando las frecuentes placas de ateromas
calcificada que las van obstruyendo, o en núcleos del cerebro, que se
calcifican, o en la opacificación del cristalino, conocida como catarata, o en
cualquier otro lugar del cuerpo. Serios trabajos científicos demuestran, que la
leche fortificada con vitamina D y sus derivados, aumentan estos depósitos
anormales de calcio.
No sólo el calcio de los
lácteos puede depositarse en forma anómala sino también el calcio medicamentoso
que se suele aportar desmedidamente por temor a la osteoporosis. El calcio
calculado por la Naturaleza para el ser humano es otro, el que se encuentra en
los alimentos que mencionaremos al hablar de saludables reemplazos. Por cierto,
no sólo proteínas o calcio, son los elementos provenientes de los lácteos que
pueden depositarse en forma inadecuada. Varios de los elementos que lo
constituyen, también podrían seguir lo ya visto para el calcio y las proteínas.
Un ejemplo muy estudiado es el de las grasas.
5) GRASAS POR ACCIÓN DIRECTA E INDIRECTA
Las grasas o lípidos de los
lácteos, son saturadas, o sea, más densas y más sólidas y con sus carbonos
unidos por ligaduras simples. Estas son las grasas que prevalecen en todos los
alimentos de origen animal, con excepción del pescado de mar, donde prevalecen
las llamadas poliinsaturadas. En los vegetales, prevalecen en cambio, las mono
o poliinsaturadas que son menos densas, más líquidas y de más fácil digestión,
con excepción del coco, cacao, y palta que presentan un considerable contenido
de grasas saturadas. En las saturadas que constituyen la leche y sus derivados,
encontramos colesterol y ácidos grasos, siendo estos últimos en el organismo
convertidos, por ejemplo, en triglicéridos, al unirse con glicerol (alcohol de
glicerina). Tanto el colesterol como los triglicéridos, como ya es conocido por
todos, se han correlacionado, cuando están en exceso, con los trastornos
conocidos como arteriosclerosis y ateroesclerosis. Esto puede afectar tanto a
arterias coronarias, conduciendo a la larga a un infarto de miocardio, como a
arterias cerebrales, deteriorando en forma progresiva las funciones y
estructuras del cerebro. También puede producirse esto en los riñones, en el
intestino o en las arterias de las piernas (empobreciendo su circulación y en
ocasiones obligando a llegar a amputaciones) o en cualquier parte del cuerpo.
Se ha demostrado que la leche
homogeneizada, es doblemente más perjudicial para la arteriosclerosis que la no
homogeneizada. La homogeneización es el proceso que permite que la grasa de la
leche se subdivida en finas partículas y se distribuya homogéneamente,
evitándose así la separación de la nata y el suero, para que así sea más
comercial el producto. Las grasas se encierran en pequeñas partículas llamadas
liposomas, que también incluyen y protegen de la digestión que normalmente
harían los jugos digestivos, a un peligroso elemento llamado factor XO o enzima
xantino oxidasa. Si bien esta enzima también se produce en el organismo para
degradar las purinas de la dieta y convertirlas en ácido úrico, en este caso y
en los lugares correspondientes no provoca riesgos para el organismo. Pero este
factor XO proveniente de la leche y sus derivados, que entra al torrente
sanguíneo sin escollos gracias a la homogeneización de la misma, parece ser el
principal detonante de las lesiones de las arterias donde luego se depositarán
grasas como el colesterol y los triglicéridos, plaquetas y minerales como el
calcio, obstruyéndose gradualmente la luz arterial y el paso de sangre y/o
endureciéndose las arterias, favoreciéndose también así la hipertensión
arterial en personas predispuestas. En el punto 7 daremos más datos sobre el
factor XO y en el de enfermedades cardiovasculares ampliaremos la información
sobre lo antedicho.
Las grasas saturadas también
enlentecen el tránsito intestinal y todo el mundo sabe que los quesos son,
junto con la carne, los más importantes causantes de constipación o
estreñimiento. Indirectamente, a través de provocar esto y de transportar
toxinas liposolubles (solubles en grasas), muchas de las cuales son
cancerígenas, permiten que estas toxinas por ellos acarreadas y otras no
llevadas por ellos, tengan tiempo de actuar en la luz del intestino o de
absorberse y afectar cualquier sector del organismo. Esto está relacionado con
el cáncer de colon y de otras localizaciones y con las afectaciones hepáticas,
ya que el hígado capta esas toxinas que se absorbieron debido a la
constipación, para intentar bloquearlas, pero a costa de producir típicos
síntomas hepáticos como: cefaleas o hemicráneas, dolor en la zona del hígado,
fotofobia (rechazo por la luz), contracturas musculares (sobre todo en la
región cervical), náuseas, irritabilidad con o sin hipertensión arterial, etc.
La leche, quesos, yogures y
otros lácteos descremados o “dietéticos”, si bien tienen menos grasas que los
enteros, como mucha gente los cree más sanos, los come más, con lo cual pueden
en muchos casos, estar ingiriendo la misma o a veces mayor cantidad de grasas e
indefectiblemente más cantidad de proteínas bovinas, que por lo visto pueden
ser más perjudiciales que las grasas, por lo menos en cuanto a variedad de
enfermedades que pueden desencadenar.
Además, existen evidencias
científicas de que la caseína y quizás otras proteínas de la leche, se pueden
transformar en grasas saturadas como el colesterol, lo cual implica que ni si
quiera utilizando moderadas cantidades de lácteos descremados se logra hacer
una verdadera prevención, y menos aún tratamiento, de las enfermedades
cardiovasculares y otros trastornos vinculados con este tipo de grasas.
6) POR SU HIDRATO DE CARBONO (INTOLERANCIA A LA LACTOSA)
La lactosa es un disacárido, o
sea un hidrato de carbono producido por la unión de dos monosacáridos: la
glucosa y la galactosa. Es el único hidrato de carbono de la leche y es
característico de la leche de todas las especies mamíferas, incluso de la leche
humana. Para su utilización debe degradarse en el intestino delgado
preferentemente, a través de una enzima llamada lactasa. Esta se empieza a
producir en el tercer trimestre del embarazo y declina sustancialmente luego de
los primeros años de vida.
Se verificó que cuando se
aporta leche de vaca antes de los 3 meses de vida, más rápidamente va
disminuyendo la producción de la lactasa intestinal. Cuando por excesivo aporte
de la leche o por déficit en la producción de lactasa, quede lactosa sin
degradar, ésta pasa al intestino grueso donde es atacada por la flora
intestinal que la convierte en ácido láctico por putrefacción y fermentación.
La mayor parte de los productos de este proceso son tóxicos e irritantes,
incluyendo éteres, ácidos y algunas áminas, como la tiramina y las cancerígenas
nitrosaminas. Todo esto genera también una acidificación de la sangre que se
verifica en un aumento del hidrógeno en la respiración de personas que padecen
este trastorno, muchas veces no diagnosticado. Pueden producir gases,
inflamación y dolor intestinal, con o sin diarrea, tanto en niños como en
adultos que lo padecen, y desaparece al poco tiempo de dejar los lácteos por
completo. Al hablar de estos trastornos gastrointestinales mencionaremos
también qué otros hábitos pueden sumar su acción, ya que de no eliminarse éstos,
quizás no alcance con dejar la leche y sus derivados para obtener una gran
mejoría.
Si bien la lactosa no es
alergénica, puede potenciar la acción alergénica de las proteínas de la leche
vacuna. La deficiencia de la lactosa varía mucho de acuerdo con el país (entre
un 2 y un 90% de la población lo padece) siendo mayor el porcentaje de gente
afectada en África y Asia, pero en la raza caucásica se incrementa luego de los
13 años. Los pediatras, clínicos o gastroenterólogos que la diagnostican,
indican fórmulas de leche vacuna libres de lactosa, con lo cual mejora lo
concerniente a este punto, pero no lo que tiene que ver con los otros 11
mecanismos aquí expuestos, que suelen ser peores.
7) OTROS COMPONENTES NATURALES
Uno de los más nefastos
componentes naturales de la leche vacuna, que se concentra más aún en sus
derivados y que probablemente también se encuentre en la leche de otras
especies mamíferas, es el Factor de Crecimiento Epiteliar o EGF (Epitelial
Growth Factor). La vaca produce naturalmente y segrega por su leche esta
sustancia destinada a estimular el crecimiento de los tejidos epiteliales del
ternero. Recordemos que un ternero suele aumentar de cero a dos kilogramos en
un año, pero un estímulo de este tipo en un bebé que crece mucho menos, y peor
aún en un adulto que ya no crece, es indiscutiblemente peligroso: puede ser
“como kerosén en un incendio” para cualquier tipo de cáncer o tumor benigno
epitelial. La mayor parte de tumores benignos o malignos del ser humano son
epiteliales: no sólo los epitelomas de la piel, sino los adenocarcinomas y
carcinomas epidermoides de mama, útero, ovario, colon, páncreas, estómago,
esófago, pulmón, próstata, parótida, laringe, riñón, vejiga, vías biliares,
etc. son de tipo epitelial. En casi todos estos tumores se verificó que la
leche vacuna y sus derivados tienen un importante rol como factor causal y/o
como detonante o facilitador de otros factores.
En los estudios
anatomapotológicos exhaustivos se está evaluando en estos tumores qué
porcentaje de las células atípicas tienen receptores para el EGF. Es lamentable
ver que aún muchos encumbrados oncólogos no han caído en la cuenta y siguen
diciendo a los pacientes que padecen estas patologías y que incluso en su
estudio histológico muestra muchos receptores al EGF, que pueden comer de todo
y en abundancia, sobre todo mucha carne y muchos lácteos para mantenerse
“fuertes” para afrontar la cirugía, quimio o radioterapia que se les haga. De
esta forma, lo que se ataca por un lado con la consabida toxicidad, se fortalece
por el otro. Lo mismo veremos que sucede con los estrógenos que analizaremos al
hablar de aditivos. El EGF no está presente en la carne y el pollo, y quizás
esto sea decisivo para determinar lo que hemos descubierto en nuestra
investigación: que los lácteos son más cancerígenos incluso que la carne y el
pollo.
Además del cáncer, la otra
gran causa de muerte en países como el nuestro donde prevalece el hiper consumo
en general, son las enfermedades cardiovasculares. Muy serias investigaciones
responsabilizan a la leche homogeneizada y a los productos elaborados con ella,
como el principal iniciador de estas enfermedades a través del factor XO
(enzima xantino oxidasa) otro componente natural de la leche del cual algo
hablamos en el punto 4.
Según el Dr. Kurtoster, autor
junto a Donald Ross, Ph. O y a Hazel Richmond Dawkins, del libro “The X-O
Factor: Homogenized milk may cause your heart attack”, la xantino oxidasa
biológicamente activa es más importante y decisiva que el colesterol, los
triglicéridos y el tabaco, en la generación de arteriosclerosis. Si bien se
encuentra en forma natural en la leche vacuna y por este motivo lo analizaremos
en este punto, en la leche tal como sale de la vaca, el factor XO no es
biológicamente activo porque puede degradarse fácilmente en el estómago. Pero
como dijimos en el punto 4, al homogeneizarse, la leche se hace inmune al
ataque de los jugos digestivos y penetra en la sangre sin inconvenientes junto
a las grasas. Cuando llega a la misma, en parte es atacada por anticuerpos con
lo que puede provocar los trastornos vistos en el punto 1 y 2, pero está
demostrado que por sí sola, o quizás unida a estos anticuerpos circulantes que
la atacan, se deposita en las capas superficiales internas de las paredes
arteriales y del mismo corazón, atacando un tejido conocido como plasmológeno y
produciendo la liberación de superóxido (O2, radical libre de oxígeno), un
producto muy tóxico para las células que constituyen la zona interna de las
arterias. Donde se acumula XO, esa zona arterial queda literalmente carcomida.
Luego esta zona empieza a
endurecerse por el depósito de minerales y a continuación se depositan
colesterol, triglicéridos y plaquetas, conformando las típicas placas de
ateroma que van obstruyendo las arterias de cualquier parte del cuerpo, tal
como se vio en el punto 5 y se ampliará en el de enfermedades cardiovasculares,
donde también analizaremos un tratamiento integral de estas afecciones que en
muchos casos ha hecho innecesaria la siempre riesgosa solución quirúrgica de las
mismas.
En niños de corta edad ya se
verifica también una incipiente arteriosclerosis comprobada en diferentes
estudios que encuentra una lógica explicación en la cantidad y variedad de
productos elaborados en base a leche homogeneizada (yogures, helados, postres,
leche chocolatada, etc.) que, “con mucho amor”, sus padres y pediatras los
incitan a consumir cotidianamente.
Otro componente natural que en
dosis bajas es útil, pero en altas dosis por consumir lácteos en exceso o, peor
aún por el habitual agregado que hacen las industrias en la leche, es la
vitamina D. Normalmente se forma en la piel en base al colesterol que allí se
encuentra, gracias a la acción de los rayos ultravioletas que la simple
exposición al sol durante algunos minutos por día permite (basta con 10 a 15
minutos de exposición diaria al sol en cara y brazos o piernas para que se
forme la suficiente cantidad de vitamina D) que luego se active y almacene en
el hígado, adquiriendo su forma final en los riñones, para luego desarrollar su
acción facilitadora de la absorción de calcio y fósforo en el intestino. Sin
embargo se suele aconsejar a los lácteos como indispensable fuente de vitamina
D (además de calcio) y para esto se los fortifica con esta vitamina y también
con la A (que en grandes excesos, sobre todo medicamentosos, puede generar
múltiples trastornos, incluso hasta encefalitis).
La vitamina D estimula la
acción del factor XO (recién descrito) y por lo tanto su exceso, asociado a las
leches homogeneizadas y sus derivados, juega un importante rol en la generación
de enfermedades cardiovasculares. También en exceso, esta vitamina puede
suprimir fácilmente varias funciones del sistema inmunológico: la producción de
interleuquina 2 por el glóbulo blanco, con lo que se afecta la producción de
los ya mencionados linfocitos auxiliares o helpers, supresores y de
anticuerpos. Si bien pude prevenir una proliferación excesiva de linfocitos y
anticuerpos, la vitamina D en exceso resulta peligrosa por su efecto
inmunosupresivo. Esto es particularmente grave en pacientes con SIDA y en
comunidades carenciadas, donde las enfermedades infecciosas son tan frecuentes
y “para hacerles un bien” se les obsequia a estas familias o en las iglesias o
en los colegios, litros de leche homogeneizada y fortificada con vitamina D y
sus derivados. También la hiper vitaminosis D causa altos niveles de calcio y
fósforo en sangre y en orina.
Los trastornos que esto
provoca fueron descriptos en el punto 4. Sin embargo también el déficit de
vitamina D puede ser perjudicial para el sistema inmunológico por deprimir la
actividad fagocítica. Los corticoides, tan frecuentemente usados tienen una
acción antagónica de esta vitamina, entre tantos otros efectos adversos.
En el capítulo de saludables
reemplazos describiremos fuentes sanas de vitamina D, para épocas o zonas con
poco sol, porque recordemos que un poco de sol a diario permite su producción
normal. En esta sociedad de consumo estamos acostumbrados a consumir, consumir
y consumir y nos cuesta creer que algo tan barato como el sol, tampoco en
exceso por lo que todo el mundo sabe, puede ser muy útil. ¿Será porque al sol
no lo venden en la farmacia ni en el supermercado, ni a través de tentadoras
publicidades por televisión?
La glándula hipófisis o
pituitaria de la vaca, al igual que la del ser humano, produce varias hormonas,
entre ellas la STH u hormona de crecimiento que, lógicamente aparece en la
leche vacuna para ayudar al crecimiento del ternero. En seres humanos adultos,
el exceso de esta hormona puede predisponer al cáncer y a la osteomegalia
enfermedad caracterizada por el agrandamiento de diferentes partes del cuerpo,
sobre todo, manos, pies y mandíbula.
Como se dijo antes de la
caseína se extrae la cola de carpintero. Esta y otras mucoproteínas y
sustancias mucilaginosas son las principales responsables por acumulación en el
organismo, de todas las flemas y mucosidades respiratorias, digestivas y de
otras localizaciones. Estas también influyen en la obesidad tan estrechamente
vinculada a los lácteos, incluso descremados, y se potencia con la generación
de mucosidades que traen también las harinas sobre todo horneadas (pan,
facturas, galletitas, pizzas, etc.).
8) VIRUS, BACTERIAS, HONGOS Y PARÁSITOS QUE TRANSPORTAN
Aunque el riesgo de esto sea
mayor en la leche no industrializada y que no haya sido transportada
conservando la cadena de frío, en las leches más procesadas también pueden
muchas veces encontrarse gérmenes patógenos capaces de generar diarreas o
trastornos peores. La pasteurización consiste en elevar el producto (en este
caso la leche) a 62°C por muy corto tiempo, para matar a la flora patógena, sin
matar a la flora láctica protectora, que sí muere si se lleva a 100°C la
temperatura (esterilización). Esta flora es la que permite que la leche se
corte en unas cuantas horas o muy pocos días, protegiendo a la leche del
desarrollo de otras bacterias que sí son perjudiciales. Dado que no es muy
rentable para las industrias que la leche se corte, la misma suele ser tratada
con productos prohibidos que se detallarán al hablar de aditivos. Esto es
indudable porque aunque los códigos alimentarios de los diferentes países dejan
en claro que toda leche pasteurizada, se debe cortar luego de cierto tiempo,
hoy es raro encontrar una leche que se corte
Es lógico que una leche no se
corte si fue esterilizada y envasada en envases tipo tetra brick. En ellos se
aclara que debe ser consumida inmediatamente luego de ser abierto el envase,
pero esto en la práctica ¿lo hace toda la gente o dejan al envase a medio
consumir de un día para el otro? Además en las leches pasteurizadas no
esterilizadas, los antibióticos y conservadores que se suelen agregar inhiben
el desarrollo de muchos gérmenes, pero no de todos. Con frecuencia se detectan
intoxicaciones masivas por helado o por leche u otros derivados, que por
supuesto no suelen salir en los diarios y la televisión, salvo que se trate de
leches de pequeñas empresas a las que conviene desacreditar para evitar
competencia o por razones políticas (recuérdese los famosos casos de la “leche
de Vicco” y de la muzzarella contaminada); pero nunca o casi nunca se difunden
por medios dominados gracias a su publicidad, las intoxicaciones masivas
provocadas por productos que elaboran las más grandes empresas.
Una bioquímica de un conocido
hospital detectó y reconfirmó la presencia de gérmenes patógenos en la leche de
una marca líder que estaba trayendo gastroenterocolitis a todos los niños de
ese hospital alimentados con esa leche. Ni bien esbozó una tenue difusión
pública de lo acaecido, un equipo de emergencias de esa empresa y de las
autoridades sanitarias correspondientes, se hizo presente en el hospital,
haciendo desaparecer hasta la última prueba de le leche contaminada y
amenazando al director del hospital y a ella misma como jefa del laboratorio,
con que perderían sus puestos, entre otras cosas, sino admitían públicamente
que todo había sido un error y que el problema no estaba en le leche. La
contaminación bacteriana es uno de los aspectos que más puede lesionar la
credibilidad de una marca que se difunde, por lo cual no se escatima en inundar
la leche de antibióticos y conservadores que como ya veremos, sí afectan, no
tanto a la corta sino más bien a la larga. Total ¿quién le va a echar la culpa
a lo que comió hace muchos días, meses o años atrás?
En EE.UU. se detectó un
aumento de la frecuencia de aparición de salmonella, estafilococos, colibacilos
y virus vinculados con la leucemia en diferentes productos lácteos. Un
oncovirus parecido al HIV, relacionado con la leucemia se descubrió en más del
20% de las vacas lecheras. Las cabras, ovejas y chimpancés alimentados con
leche de vaca, tienen un índice elevado de aparición de leucemias (cáncer de la
sangre).
Hay quienes sospechan que el
HIV puede ser una mutación del virus leucémico vacuno, transmitido al hombre a
través de los lácteos o incluso a través de las vacunas inyectables, que vienen
en un vehículo que es suero bovino.
Los lácteos crudos presentan
mayor riesgo de contaminación por diferentes gérmenes. Las toxinas producidas
por estafilococos, se transmiten más a través de la leche descremada, los
helados, el queso y la manteca.
Mi dilecto amigo, el Dr. Julio
Soler, brillante homeópata y quien me facilitó mucha bibliografía muy útil para
elaborar lo que está aquí escrito, estudió en profundidad el grado de presencia
del bacilo de la tuberculosis en la leche. En su artículo “El reservorio de los
miasmas”, señala: “En EE.UU., luego de décadas de campaña antituberculosa,
seguía detectándose en los años 60, entre el 10 y el 50% de tuberculosis en el
ganado vacuno. En nuestro país, no encontré estadísticas completas, pero yo
contaba con las cifras inapelables de miles de vacas tamberas, que es lo que
realmente importa, en el frigorífico de Zárate. Cerca del 100% de las vacas
venían con lesiones tuberculosas que las inhabilitaban para el consumo y se las
destinaba para el digestor industrial. En la leche misma se puede reproducir el
microbacterium tuberculosis, sin que cambie en lo más mínimo su aspecto. Claro,
la leche se pasteuriza y ¿qué queda?: un verdadero caldo de cultivo
tuberculínico. Ambas tuberculosis, como fue demostrado, sor intercambiables
entre ambas especies, la bovina y la humana”.
Arturo Capdevila, además de
abogado, jurisconsulto, catedrático, diplomático, poeta, escritor y miembro de
la elite cultural argentina de la primera mitad del siglo, fue médico y autor
de varios libros que fueron quemados en Santa Fe (capital nacional de le
leche). Demostró científicamente que la combinación consumida con frecuencia de
la leche o sus derivados, con carne bovina, favorece la aparición de
tuberculosis. Si los lácteos se combinan con pescado, esto favorece a la larga
la posibilidad de que se desarrolle lepra y si el abuso de lácteos se suma al
de huevos (lo que muchas veces sucede en personas ovolactovegetarianas) esto
aumenta la posibilidad de tener con el tiempo alguna forma de cáncer.
Los hongos y parásitos no
suelen detectarse cuando la leche ha sido extraída y transportada con las más
elementales medidas de higiene. Sin embargo, no por transporte directo sino por
otros motivos, podemos afirmar que son la causa más frecuente de micosis
bacteriana en la porción superior del intestino delgado (lo cual genera un robo
de nutrientes cuyo detalle luego se ampliará) y un debilitamiento inmunológico
y la facilitación del desarrollo de cándida albicans en el intestino. Este es
el más habitual de los hongos; es oportunista y aprovecha el desequilibrio de
la flora normal generado por las bacterias de la leche y los antibióticos que
ésta contiene.
9) ADITIVOS
Los aditivos están
teóricamente prohibidos en la leche, no así en sus derivados, según los
diferentes códigos alimentarios. Sin embargo muchas industrias lácteas tienen
su sala de recuperación de leches que, como por supuesto no son oficialmente
reconocidas, tienen su acceso prohibido a toda persona ajena a un reducido
grupo de sus empleados. Tengo referencias de lo que allí se suele hacer a
través de pacientes que trabajaban en algunas de estas industrias y que por
supuesto no le recomendarían lácteos a nadie.
Las leches que ya están para
descarte se tratan, una parte con soda cáustica y otra parte con antibióticos y
conservadores, pero nada se pierde, todo se transforma y por esto son tan
poderosas y ricas estas industrias.
Se han detectado 29 antibióticos
distintos en diferentes leches. El yogur vencido suele ser tratado con
antibióticos y luego sembrado con bacterias no sensibles a estos antibióticos,
saborizantes, edulcorantes o azúcar y otros aditivos, con lo que se lo
convierte en lo que se conoce como leche cultivada, uno de los más recientes
inventos, que se vende con publicidades que hacen creer que es tan bueno o
mejor que la leche materna y esto lleva a que muchas veces, lleguen a los
hospitales bebes y pequeños niños intoxicados con leche cultivada. Muchas de
las enfermedades alérgicas, micosis, alteraciones de la flora intestinal,
alteraciones hepáticas, e incluso el cáncer, pueden estar asociadas a estos y a
otros aditivos que se le agregan a los lácteos habitualmente.
A continuación se mencionan
sólo algunos de los aditivos de los lácteos:
Leche: Nitratos, antibióticos.
Productos lácteos en general:
Lecitina, mono y diglicéridos, alginato glicoipropileno (emulsificantes),
citrato de sodio y ácido calcio pirofosfórico (secuestradores).
Leche condensada: Además de
los presentes en la leche común, fosfato disódico, citrato disódico, cloruro de
calcio.
Yogur: edulcorantes,
saborizantes, etc.
Postres de leche:
estabilizadores, condensadores, colorantes artificiales, edulcorantes.
Polvo para flanes y postres:
ácido tartárico, cítrico, málico, fumárico, cloruro de calcio y colorantes
artificiales.
Dulce de leche: además de los
de la leche, etilvainillina.
Polvo para helados:
saborizantes químicos, alginato de sodio, monoglicéridos.
Quesos (incluso untables):
propoinato de calcio, propionato de sodio y ácido sórbico (antimicótico),
nitrato de sodio o potasio (de los que se forman nitrosaminas cancerígenas
durante el procesamiento), parafina, litrol, rubina, silicatos y sulfatos de
calcio y aluminio, residuos de plástico (corteza), etc.
En estudios futuros
intentaremos confirmar en los lácteos la presencia o no de prolactina (hormona
hipofisaria que estimula la lactancia) y de fenobarbital (barbitúrico que se le
suele aplicar a las vacas).
Una conocida institución
destinada a la defensa del consumidor publicó que según sus estudios, los
lácteos no reciben antibióticos ni conservadores. Basta con ver que
prácticamente no hay leche que se corte para comprender que este mentiroso
estudio seguramente guarda relación con los intereses de las industrias lácteas
que financian a este institución, para que le haga creer al consumidor que está
protegido.
En 1970 aproximadamente 1.300
toneladas de antibióticos fueron administrados al ganado y animales de criadero
de los EE.UU. Asimismo se le agrega un valor de 500 millones de dólares anuales
de antibióticos a la ración vacuna y estos antibióticos son transmitidos a la
población en los lácteos producidos con la leche de estos animales. Luego de
extraída y antes de procesarla o después, se le aportan otros antibióticos y
aditivos cuya presencia se suma a la acción antigénica de las proteínas de la
leche y al desequilibrio de la flora habitual y al desarrollo de gérmenes
oportunistas e infecciones resistentes a los antibióticos comunes.
La flora intestinal normal
controla el desarrollo del hongo llamado cándida albicans. Cuando estos
antibióticos (que vienen con los alimentos) o los indicados por algún médico,
afectan esta flora, la cándida empieza a hacerse patógena y a secretar toxinas
neurotrópicas y mutagénicas, según el Dr. Iwata de la Universidad de Tokio.
Estas a su vez pueden dañar los nervios y producir mutaciones genéticas. La
infección micótica ocurre primariamente en la piel, uñas, boca, vagina,
bronquios o en los pulmones, e incluso en la sangre. Además este hongo produce
deficiencia de magnesio, zinc y ácidos grasos esenciales y esto trae sus
respectivos problemas.
Además de los lácteos, los
azúcares simples se suman como caldo de cultivo para las cándidas albicans.
Estos hongos, al igual que muchos parásitos, aumentan los antojos extremos por
dulces de todo tipo, a lo cual se suma todo lo vinculado al Síndrome de Estrés,
Depresión y Adicciones (SEDA). Además de los dulces y los lácteos, las harinas
refinadas, alimentos levados y fermentados, aditivos químicos y trazas de
antibióticos, promueven el desarrollo de la candidiasis. Según la opinión de la
Dra. Martha Cottrell, Mark Mead y Michio Kushi, en el libro SIDA, Macrobiótica
e Inmunología Natural (el libro más científicamente fundamentado de toda la
literatura macrobiótica, del cual se han extraído muchos valiosos aportes y
referencias bibliográficas que se mencionan en este capítulo), “en un futuro
cercano, el problema de la candidiasis, podría convertirse en una crisis
planetaria de magnitud similar al SIDA y al cáncer, siendo sin embargo muy
factible de evitar.”
10) CONTAMINANTES NATURALES
Las aflatoxinas son toxinas
producidas por variedades de hongos llamados aspergillus flavus, parasiticus y
fumigatus. Estos hongos se desarrollan en forrajes y semillas húmedas que
muchas veces son utilizadas para el consumo de animales. Las aflatoxinas se han
correlacionado con cánceres primitivos de hígado (hepatocarcinomas) y riñón,
entre otros.
Dado que son liposolubles
(solubles en grasas) se concentrarían más en las grasas de los animales que las
consumen (pollo, huevos, carne bovina, porcina, leche y derivados). Hemos
recibido referencias orales, aunque aún no las citas bibliográficas concretas,
sobre estudios que se habrían hecho en estos alimentos que habrían arrojado
valores elevados. De no confirmarse estos estudios, en un futuro próximo,
mandaríamos a hacer nosotros mismos estudios similares. Existiría también una
variedad de contaminantes naturales de la leche, pero son de menor importancia
por lo cual no los adelantaremos aquí.
11) CONTAMINANTES QUÍMICOS, BIOQUÍMICOS O FÍSICOS
Estos pueden llegar a la leche
en forma accidental o por imprudencia o por tratamientos hechos a las vacas o a
su alimento. El 90% de DDT y otros pesticidas organoclorados que comía
diariamente un norteamericano tipo hace unos años atrás, no provenía de la
ingesta directa de alimentos vegetales fumigados con ellos, sino de alimentos
de origen animal, que llegaron a ellos a través de la comida vegetal fumigada
que a ellos se les suministraba y que ellos concentraron en sus grasas.
Si bien su uso está prohibido
desde hace un tiempo, no está prohibida su venta y se siguen usando por ser más
baratos y tener una manipulación menos peligrosa que los organofosforados. En
nuestro país se evitan para los productos que van a exportación, pero para el
mercado interno sigue rigiendo el “ojos que no ven, corazón que no siente” y el
“hecha la ley, hecha la coima”.
La lista de pesticidas,
fertilizantes, herbicidas y otros agroquímicos con los que se tratan las
pasturas y forrajes, que pueden encontrarse en las leches comunes, es muy
extensa. Muchos de ellos son demostradamente cancerígenos y suman o potencian
su acción entre ellos y con otras toxinas de los lácteos y de otros alimentos y
el medio ambiente.
La eliminación de agroquímicos
es una de las pocas ventajas que tienen las lechas orgánicas o ecológicas
certificadas. La mayor parte de los otros mecanismos de generación de
enfermedades siguen estando también en ellas.
En un año, ganaderos y
criaderos de pollos de EE.UU. ganaron 303.750 toneladas de agua vendidas al
precio de la carne y el polio gracias al incremento de peso que aceleradamente
consiguen por acumulación de líquidos, sobre todo, a través de administrarles a
los animales una hormona femenina conocida como dietilestilbestrol (una forma
de estrógenos que también se usaba en las píldoras anticonceptivas y favorece
el cáncer de mama, útero, ovarios y vagina en quienes la consumen y en sus
hijas cuando las tienen, y éstas llegan a la pubertad; también favorecen la
sobrecarga cardiaca).
Se han detectado estrógenos en
la leche, que se concentran más aún en los quesos y otros lácteos sólidos.
Además de los descriptos, también algunos melanomas de piel y tumores de riñón,
suelen ser hormonodependientes y presentan receptores positivos para los
estrógenos. En pacientes que padecen estas enfermedades, dar estos alimentos es
echar leña al fuego, tal como lo dijimos con respecto al factor de crecimiento
epitelial (EGF) en el punto 7.
Se ha encontrado la presencia
de estroncio radiactivo en la leche y ésta, lejos de atemperar los efectos de
la radioactividad, la potencia mucho más. Se aconseja la lectura de los tres
volúmenes del libro Alimentación y radioactividad (Diet for Atomic Age) de la
Dra. Shanon.
Muchos antibióticos se les
suministran a las vacas lecheras cuando tienen mastitis u otras enfermedades.
Estos pasan a la leche y luego se le suman los que le agregan las industrias y
los mismos camioneros que la transportan. Ya se habló bastante sobre esto en el
punto 9.
También accidentalmente o por
imprudencia puede haber metales pesados, nitritos o nitratos, etc. (también
usados como conservadores y para la limpieza de tambos, recipientes y
maquinarias).
12) ROBO DE NUTRIENTES Y OTROS MINERALES. INADECUADA PROPORCIÓN
CALCIO/FÓSFORO.
Según investigaciones de
Agatha y Calvin Trasch, el consumo habitual de leche vacuna y sus derivados,
acrecienta la necesidad y con esto desgasta las reservas de: vitamina A, zinc,
hierro, calcio y vitamina B 12. Esto predispone a déficit inmunológico con todo
lo que esto implica: anemia y descalcificación.
Las proteínas de la leche, por
lo que enseguida explicaremos, pueden robar potasio, magnesio y vitaminas del
complejo B, además de calcio. La proliferación bacteriana anormal que los
lácteos generan en el intestino interfiere en la absorción de calcio y de
hierro, haciéndolos perder.
Los elevados contenidos de
pesticidas y herbicidas presentes en las leches comunes (no así en las
orgánicas o ecológicas) acrecientan la demanda de ciertos nutrientes que deben
gastarse para ayudar a la eliminación de sustancias tóxicas.
El pH (grado de
acidez/alcalinidad) normal de la sangre, es aproximadamente 7,2, o sea,
levemente alcalino. Los lácteos, como cualquier alimento muy proteico, producen
una acidosis transitoria y para compensarla se segrega calcio y otros minerales
de los huesos, en principio, y de otros sectores del organismo,
secundariamente. A nivel del estómago, aunque calmen los síntomas de la
gastritis, la úlcera o la simple acidez gástrica por las sustancias mucosas que
contienen, los lácteos estimulan paradójicamente la secreción de ácido
clorhídrico, aumentando las causas de úlcera, gastritis o la acidez gástrica.
Esas sales de calcio y otros minerales recién descriptos, no sólo van a
compensar la acidosis de la sangre, sino también la acidez gástrica que las
proteínas provocan, pero el precio es el balance negativo de calcio y otros
minerales que los lácteos producen, pues es más lo que excretan del organismo
que lo que aportan. Estos minerales son eliminados por materia fecal,
colaborando también con la generación de constipación, y por los riñones,
favoreciéndose la formación de arenillas urinarias, cristales de oxalato de calcio
en orina y a la larga, cálculos renales, además de depósitos anómalos de calcio
y otros minerales, tal como se describió en el punto 4.
Además, los compuestos
nitrogenados que resultan de la digestión y metabolismo de las proteínas en
exceso, pueden ser una pesada carga para los riñones. Está demostrado que una
dieta con muchas proteínas (carnes, lácteos, etc.) afecta el filtrado
glomerular y con esto altera la función principal de los riñones (formar orina
y depurar la sangre). Además produce amoníaco, compuesto que aumenta el riesgo
de carcinogénesis intestinal. Además la proporción de calcio con respecto al
fósforo que tiene la leche vacuna y sus derivados, es inadecuada porque
presenta sólo 1,2 partes de calcio por 1 parte de fósforo, y el cuerpo absorbe
y aprovecha bien el calcio cuando la tasa calcio/fósforo es 2 a 1.
El exceso de fósforo de los
lácteos, se combina con el calcio en los intestinos y disminuye la absorción
del primero. Este exceso de fosfatos es una de las múltiples causas por las cuales
los lácteos indudablemente producen osteoporosis, en vez de evitarla, como se
suele creer. El proyecto Cornell, de la Universidad de Comell, de Oxford y del
Ministerio de Salud de China, el más importante estudio de nutrición de la
historia, demostró esto sin lugar a dudas.
Las carnes procesadas, las
papas fritas comerciales, la fruta enlatada y las bebidas gasificadas
(sobretodo bebidas cola), contienen también un exceso de fósforo (a éstas se
les agrega ácido fosfórico que genera más sed y aumenta el consumo, potenciando
su efecto droga).
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