CONSUMO
DEL AZUCAR
En
primer lugar, el factor número uno que destroza nuestro ecosistema natural
intestinal es la ingesta de gran cantidad de azúcar simple. Por azúcar simple
me refiero a los que lleva incorporados la bollería industrial, las carnes
procesadas con químicos, los refrescos con gas y todos los carbohidratos
refinados.
El
azúcar refinado es adictivo. Y punto. Asúmelo. Los botes de cacao en polvo
azucarados que añades a la leche de tus hijos, las cremas azucaradas que untas
en barras de pan es más de lo mismo. Mientras más comas de este azúcar, más vas
a desear.
Puede
provocar y provoca de hecho, alergias cerebrales. Estas consisten en la
búsqueda ansiosa de la sustancia de la que somos presos de su consumo. Es
decir, la estabilidad del nivel de azúcar en la sangre es muy importante para
estar mentalmente sanos. Tan importante es esto que nuestro cuerpo tiene un
sistema para mantener equilibrados estos niveles. El páncreas se encarga de
esto.
Cuando
consumimos carbohidratos refinados provocamos una radical subida de azúcar.
Esto hace que el páncreas intente por todos los medios posibles compensar esta
crecida con insulina. Si llevas años comiendo carbohidratos refinados es muy
posible que este proceso de desequilibrio/ equilibrio haya roto la armonía de
tu organismo.
Esto
significa que es muy posible que tengas afectados los neurotransmisores
encargados del control del sueño, tus estados de ánimo, tu motivación por las
cosas y el aprendizaje.
El
azúcar también puede descontrolar la conducta porque provoca inhibición en
nuestros mecanismos de neurotransmisión (que se encargan de llevar información
de una neurona a otra).
Investigaciones
actuales demuestran que el azúcar reduce de manera drástica algunas sustancias
con las que el cerebro elabora muchos de sus neurotransmisores. Esto se traduce
en conductas desintegradas. Pero no sólo ocurre esto gracias al azúcar.
También
dentro del grupo de endulzantes, es importante nombrar la sacarina u otros como
el aspartame o el metanol. El problema del aspartame es que estimula el apetito
y nos hace comer sin tener hambre y sin que lo necesitemos de verdad.
Todo
lo dicho sobre el azúcar es real. Y que tenga todos estos efectos sobre la
conducta humana no es casualidad. Estos efectos desastrosos en nuestro cuerpo y
nuestra mente se deben principalmente a que nuestro sistema nervioso aprende a
utilizar la glucosa del azúcar simple como combustible.
Tenemos
unos glucoreceptores en el hipotálamo que vigilan y regulan la cantidad de
glucosa en nuestra sangre. Pues bien, si es deficiente esta cantidad, libera
azúcar almacenada en el cuerpo y se convierte en glucosa. Pero si es excesiva,
se produce insulina, para paliar y metabolizar el exceso de azúcar. Este es un
proceso muy importante que no nos conviene sobrecargar.
Debido
a que el azúcar en sangre se eleva rápidamente, puede desequilibrar más nuestro
sistema nervioso conduciéndonos a cambios de humor e inestabilidad emocional.
Se
necesita mucho tiempo para estabilizar el sistema nervioso, endocrino y la
conducta ya que el azúcar desordena estos tres de forma crónica.
Libro.-
“Alimentos Psicológicos”
Autor.-
Rubén González
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