El INSOMNIO
¿No
hemos tenido nunca dificultad para dormir? Yo creo que casi todos la hemos
tenido alguna vez. También en esto parecemos diferenciarnos de los demás
animales. Los pernos y los gatos parecen dormir con relativa facilidad en
cualquier parte, mientras que los humanos nos compramos colchones de fantasía y
tomamos toda suerte de medicamentos para conseguir un estado de K.O.
No
se necesita demasiada introspección para ver que la enfermedad de pensar juega
un papel decisivo en esto. Cuando no podemos dormir, la mente revolotea entre
pensamientos del pasado y del futuro: estamos ocupados resolviendo problemas,
anticipando desastres o repasando infortunios cuando en realidad podríamos
estar deseando. Muchos de nuestros pensamientos son amedrentadores, de los que
activan el sistema “lucha o huye”. No es de sorprender que una función de este
sistema sea precisamente mantenernos despiertos: no nos gustaría empezar a
dormirnos cuando nos está acechando un tigre. Nuestro problema es que los
tigres de dentro pueden estar acechándonos durante toda la noche.
Uno
de estos tigres suele ser la ansiedad ante la posibilidad de no dormir lo
suficiente. Por eso nos suele resultar más fácil dormir los viernes o sábados
por la noche que los domingos. Los viernes y los sábados pensamos: "No
pasa nada si no me duermo enseguida. Puedo quedarme durmiendo hasta tarde
mañana”. Los domingos, en cambio, es más probable que pensemos: “Si no me
duermo pronto, estaré zombi mañana, y tengo tanto que hacer...”. La ansiedad
por dormirnos pronto puede ser la mayor amenaza a la que nos enfrentamos cuando
estamos dando vueltas en la cama. Entre otros tigres internos, figura también
todo nuestro surtido de temores y pesares, los cuales parecen tener preferencia
por visitarnos de noche, cuando tenemos la guardia más baja.
Dado
que el insomnio, al igual que otros problemas relacionados con el estrés, se
alimenta tanto de nuestra lucha contra los síntomas como de otros problemas
emocionales, no es de extrañar que la práctica de la plena conciencia pueda ser
sumamente provechosa. La cual funciona mejor cuando se combina con otras técnicas.
Los
tratamientos convencionales del insomnio sin medicación se centran en tres
estrategias generales: control del estímulo, higiene del sueño y relajación. El
control del estímulo se propone enseñarnos a asociar la cama con el sueño. Para
ello, se nos desaconseja leer, ver la tele o comer en la cama. La mayor parte
de los planteamientos aconsejan a los pacientes reservar la cama sólo para
dormir y practicar el sexo*. Además, sugieren que, si no nos dormimos pasados
unos veinte minutos nos levantemos a leer o tomar un poco de té (sin cafeína),
y no volver a la cama hasta que no nos sintamos cansados (se trata con esto de
no asociar la cama con dar vueltas de un lado para otro).
El
segundo planteamiento, la higiene del sueño, se propone establecer un modelo de
sueño regular por la noche. Esto se consigue yendo a la cama a la misma hora
todas las noches, levantándonos a la misma hora todas las mañanas y evitando
echar sueñecitos, aunque hayamos dormido poco por la noche. De esta manera no
caeremos en el modelo de recuperar el sueño por el día para luego sentirnos
completamente despabilados por la noche.
El
tercer planteamiento es el entrenamiento de la relajación. Se trata con esto
de, al practicar la relación, poder invertir el desencadenamiento de la reacción
"lucha o huye” e irnos antes a dormir.
Libro.-
“La Solución Mindfulness”
Autor.-
Ronald D. Siegel
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